si no llega la señorita....

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domingo, 13 de octubre de 2013

Septiembre es época para quejarse.

Pues señor, reencuentro este blog que había estado olvidado durante tres años, con pocas entradas y ni un lector a parte de mi. La verdad sigo sin saber manejarlo pero estoy decidida ahora a llevarlo a cabo.
Y digo que septiembre es época para quejarse porque este 2013, específicamente el 15 de septiembre, ha sido el peor hasta ahora. No les digo más. He aquí la historia:

Desde Acapulco. 14:19. Llueve como nunca había visto llover en mi vida. Desde que salimos del DF no ha parado de llover y desde que estaba en la escuela trabajando llovió todo el día, tengo más de 48 horas de no ver la luz del sol. En fin. Es una nueva experiencia: venir a Acapulco y no ver la luz del sol. Habrá más cosas por hacer, supongo. El chiste en realidad, para mí es descansar. Aclarar mi mente y meditar en mi cambio de vida. Porque no ha sido fácil. Estoy enferma y me cuesta trabajo acostumbrarme a los cambios, aunque tengo en mente esta gran cita: "el cambio no duele, la resistencia al cambio, sí". He abrazado mi cambio de vida y lo he disfrutado muchísimo. El ser maestra, tomar 140 almas en mis manos y prepararlos para la vida promete ser una aventura de lo más enriquecedora. Tengo tantas ganas, emoción y una especie de miedo positivo que hace que me levanté a diario pensando qué será lo mejor para ellos. Sin embargo, extraño el café, extraño mi vida tranquila y sin sobresaltos. Poder dormir hasta las 8am, pasear a mi perrito, estar con Cristian, en fin. Hoy cosas increíbles en esta nueva vida, pero también dejé cosas increíbles en la pasada. Ana me dijo una vez que las etapas de la vida, laborales, de pareja, etc., son como una pequeña muerte. Y estuve consciente de mi muerte lenta, de la muerte de Elsa la maestra que da clases en el café, Elsa la que regresa a su casa a comer a las 2:30 pm, Elsa la que en el café esta a las 4:00 pm para dar su última clase. Fui consciente hasta el último domingo 1 de septiembre. Y entonces empezó el renacimiento, la encarnación en otra Elsa que ahora es maestra de español y que trabaja con preescolares, niños de primaria y adolescentes. Albarazo con amor y emoción a esta nueva Elsa que en esencia es exactamente la misma, sólo ha cambiado de piel y ha bajado unos kilos al subir y bajar todo el día las escaleras de la escuela, al hacer cinco mini comidas diarias y al estar pendiente y alerta del aquí y el ahora. Concentrada, atenta, pendiente. Creo que esa es la clave para que tenga éxito en esta nueva etapa. Anticiparme y prepararme. Tendré buenos y malos ratos como en todo lo que he emprendido, pero si me miro desde lejos, veo a una persona hermosa y exitosa que ha logrado a sus 30 años ser empresaria, maestra, novia y sobre todo, un espíritu viejo y sabio que comprende la impermanencia (no sin mucho trabajar en ello) y se regocija de la vida y la salud que tengo ahora. Agradezco los padres que tengo, la madre inteligente, culta y guerrera que tanto me ha enseñado y que tanto extrañaré ahora que ya no vaya a la escuela conmigo. Al padre bueno, honesto y alegre a quien debo mi carácter dulce y a veces, un tanto despreocupado. Porque me enseñaron lo valioso del día a día y a agradecer las bendiciones tanto de un día nublado, como de un día con sol.
Te abrazo, vida nueva, caminemos juntas que grandes sorpresas nos esperan. Puedes estar segura.

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